6
DE MARZO - LUNES –
lª
- SEMANA DE CUARESMA
San
Olegario, obispo
Evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
"Cuando venga en su gloria el Hijo del
Hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán
reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de
otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su
derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre;
heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: Porque
tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui
forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis,
en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le
contestarán:
"Señor, ¿cuándo te
vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?;
¿cuándo te vimos forastero
y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?;
¿cuándo te vimos enfermo o
en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"Os aseguro que cada
vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo
hicisteis".
Y entonces dirá a los de
su izquierda:
"Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque
tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me
hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me
visitasteis".
Entonces también estos
contestarán:
"Señor, ¿cuándo te
vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y
no te asistimos?"
Y él replicará:
"Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los
humildes, tampoco lo hicisteis conmigo".
Y estos irán al castigo
eterno, y los justos a la vida eterna".
1. Vivimos en tiempos y en condiciones que nos
obligan a pensar a fondo el contenido de este relato. Porque lo que queda más
claro, en este texto impresionante, es que Dios está presente en cada ser
humano, sea quien
sea, viva como viva, esté donde esté.
Nunca ponderaremos bastante
que la
originalidad y la singularidad del cristianismo
consiste en que afirma su fe
en que Dios se ha fundido y confundido con el ser
humano. De forma que, los creemos en
Dios, no podemos vivir de manera que
tengamos más respeto a un templo,
a un objeto sagrado o a una imagen de madera, que a la verdadera y única imagen
viva del Dios vivo: el ser humano.
No acabamos de entender
— y menos aún, de vivir— que donde real y
verdaderamente está Dios es en cada ser humano, sea quien sea, piense lo que
piense, venga de donde venga, viva donde
viva o tenga la religión que tenga.
2. Pero el texto de este evangelio concreta más: no se fija solo en el ser humano, sino que
precisa más y centra la atención en el ser humano que sufre. de donde surge una
pregunta inquietante:
¿por qué somos más respetuosos
ante la hermosura de una "imagen sagrada" que ante la fealdad de una "persona humana"?
En Semana Santa nos
extasiamos ante las espléndidas imágenes de la pasión de Cristo, al tiempo que
nos alejamos o queremos echar de nuestra tierra a los inmigrantes que nos
resultan desagradables.
3. ¿Por qué somos más
sensibles a lo sagrado que a lo humano?
Mientras no tengamos
esto resuelto, no somos cristianos. Seremos, por supuesto, muy religiosos. Pero
no cristianos.
A fin de cuentas,
"lo humano" es "lo profano" (según las teorías de la
sociología de las religiones). Y, como es lógico, "lo profano" se
tiene que supeditar a "lo sagrado". Esto es el veneno mortal de la fe
en Jesús y su Evangelio.
San
Olegario, obispo
Martirologio Romano: En Barcelona, ciudad de
Cataluña, en el Reino de Aragón, san Olegario, obispo, que asumió también la
cátedra de Tarragona al ser esta antiquísima sede liberada del dominio de los
musulmanes.
Nació en Barcelona, en el seno de una familia
ilustre. Su padre, Olegario, fue gran valido del conde de Barcelona, Ramón
Berenguer I. Su madre, Guilia, descendía de la nobleza goda. Formado en la
rectitud militar de su padre, eligió el servicio a la iglesia como sacerdote. A
los diez años comenzó sus estudios en el cabildo de canónigos de la catedral de
Santa Cruz y Santa Eulalia de Barcelona. A los 30 años fue ordenado sacerdote
por el obispo don Beltrán (1093).
En 1094, siendo preboste de la catedral,
renunció a sus prebendas para hacerse monje agustino en la comunidad de San
Adrián en el Besós. Como espejo de prudencia y observancia, fue nombrado prior
dos años más tarde. Quiso la soledad y pasó a San Rufo de Provenza donde le
eligieron abad en 1110. A la muerte del obispo de Barcelona, le nombraron para
sucederle, pero asustado, huyó y repitiendo una y otra vez que era indigno y
sin méritos. Tuvo que aceptar a la fuerza porque vio en ello la voluntad de
Dios en el 1115. Durante su episcopado se dedicó a la predicación y se volcó en
la asistencia de pobres y enfermos, y procuró un gobierno justo y pacífico con
todos los fieles, iglesias y monasterios. Fue llamado por el papa beato Gelasio
II para que fuera a verle. Pasó por Roma donde veneró la tumba de los apóstoles
y luego marchó a Gaeta donde se encontró con el papa que corroboró su fama de
santo.
En 1118 pasó a Tarragona, como metropolitano,
sin abandonar la diócesis de Barcelona. Asistió al concilio de Toulouse (1119),
presidido por el nuevo papa Calixto II; luego asistió al sínodo de Reims, donde
predicó a los obispos y tuvo una gran aceptación. En 1123, marchó a Roma para
asistir al I Concilio Ecuménico de Letrán, donde se determinó de forma
definitiva el celibato de los sacerdotes. Este mismo año fue nombrado legado
“ad latere” en España para la campaña contra los infieles. Asistió con el conde
Ramón Berenguer a las expediciones a Tortosa y Lérida. Logró reedificar la
catedral de Tarragona.
Peregrinó a Tierra Santa y a su vuelta pasó
por Siria y Egipto, desembarcando en tierras francesas, donde visitó su antiguo
monasterio de San Rufo. Enviado por el papa Inocencio II al concilio de
Clermont, coincidió allí con santos Bernardo de Claraval y Buenaventura. La
elocuencia de sus argumentos logró la excomunión del antipapa Anacleto. Trabajó
con método y disciplina por la santidad de sus diócesis. Dirigió
espiritualmente y sin discriminaciones al hombre del campo y de la ciudad y, a
sus sacerdotes, con quiénes convivió en sínodo los últimos días de su vida;
ayudó a encontrar la paz al beato Raimundo de Barbastro. Tuvo que poner paz
entre los reyes Alfonso VII de Castilla y Ramiro II de Aragón. Se le conoce
como "el amante fidelísimo de la paz no fingida". Su cuerpo
incorrupto se conserva en la catedral de Barcelona. Patrón de Barcelona. Su
culto fue confirmado por Clemente X el 25 de mayo de 1675.
No hay comentarios:
Publicar un comentario