miércoles, 12 de marzo de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 14 - DE MARZO – VIERNES – 1ª – SEMANA DE CUARESMA – C Sta. MATILDE

 


 

14 - DE MARZO – VIERNES –

1ª – SEMANA DE CUARESMA – C

Sta.  MATILDE

 

        Lectura de la profecía de Ezequiel (18,21-28):

 

   ESTO dice el Señor Dios:

  «Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?

   Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.

   Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?

   Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8

 

   R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

 

       Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R/.

 

    Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón, y así infundes temor. R/.

 

  Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.

        Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora. R/.

 

      Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;

y el redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.

 

        Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):

 

   EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

   «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

   Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.

         Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

   Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

 

Palabra del Señor

 

   1.- El Señor Dios tiene un principio de actuación: cada uno cargará con la recompensa positiva o negativa de sus actos. El padre con lo suyo y el hijo con lo suyo. “Si el malvado se convierte de los pecados cometidos… vivirá y no morirá; no se recodarán los delitos que cometió, por la justicia que ha hecho, vivirá”.

   Pero si el justo se aparta de su justicia y comete la maldad… por el pecado que cometió morirá. El mismo Señor se defiende de su actuación ante sus lectores y oyentes asegurando que su proceder es justo. Da a cada uno según sus actos. Si “el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió”. Si el malvado se convierte de su maldad, él mismo salva su vida… ciertamente vivirá y no morirá.     

   2.- “Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”.

   Jesús asegura a sus discípulos que tienen que ser mejores que los letrados y fariseos para entrar en el Reino de los cielos. Y les explica bien su proceder. No es suficiente solo no matar al hermano. Es suficiente estar peleado con él o llamarle imbécil o renegado para merecer la condena del fuego.

   Y amplía su opinión. “Si vas a presentar tu ofrenda sobre el altar y sabes que tu hermano tiene quejas contra ti”… tienes que ir primero a reconciliarte con él para poder presentar tu ofrenda.

   Si alguien te pone pleito procura arreglarte con él, no sea que a través del juez y el alguacil te metan en la cárcel. “Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”.

 

Sta.  MATILDE

 


  Matilde significa: "valiente en la batalla".

  Era descendiente del famoso guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue educada por las monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una fortísima inclinación hacia la caridad para con los pobres. Muy joven se casó con Enrique, duque de Sajonia (Alemania). Su matrimonio fue excepcionalmente feliz. Sus hijos fueron: Otón primero, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; San Bruno, Arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa de un gobernante; y Eduvigis, madre del famoso rey francés, Hugo Capeto.

      Su esposo Enrique obtuvo resonantes triunfos en la lucha por defender su patria, Alemania, de las invasiones de feroces extranjeros. Y él atribuía gran parte de sus victorias a las oraciones de su santa esposa Matilde.

  Enrique fue nombrado rey, y Matilde al convertirse en reina no dejó sus modos humildes y piadosos de vivir. En el palacio real más parecía una buena mamá que una reina, y en su piedad se asemejaba más a una religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno de los que acudían a ella en busca de ayuda se iba sin ser atendido.

  Era extraordinariamente generosa en repartir limosnas a los pobres. Su esposo casi nunca le pedía cuentas de los gastos que ella hacía, porque estaba convencido de que todo lo repartía a los más necesitados. Tampoco se disgustaba por las frecuentes prácticas de piedad a que ella se dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que estaba convencido de que Dios estaba contento de su santo comportamiento.

  Después de 23 años de matrimonio quedó viuda, al morir su esposo Enrique. Cuando supo la noticia de que él había muerto repentinamente de un derrame cerebral, ella estaba en el templo orando. Inmediatamente se arrodilló ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su inmensa pena y mandó llamar a un sacerdote para que celebrara una misa por el descanso eterno del difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las dejó como un obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no volver a emplear joyas nunca más.

  Su hijo Otón primero fue elegido emperador, pero el otro hermano Enrique, deseaba también ser jefe y se declaró en revolución. Otón creyó que Matilde estaba de parte de Enrique y la expulsó del palacio. Ella se fue a un convento a orar para que sus dos hijos hicieran las paces. Y lo consiguió. Enrique fue nombrado Duque de Baviera y firmó la paz con Otón. Pero entonces a los dos se les ocurrió que todo ese dinero que Matilde afirmaba que había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y la sometieron a pesquisas humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero. Ella decía con humor: "Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se unieron".

  Y sucedió que a Enrique y a Otón empezó a irles muy mal y comenzaron a sucederles cosas muy desagradables. Entonces se dieron cuenta de que su gran error había sido tratar tan mal a su santa madre. Y fueron y le pidieron humildemente perdón y la llevaron otra vez a palacio y le concedieron amplia libertad para que siguiera repartiendo limosnas a cuantos le pidieran.

  Ella los perdonó gustosamente. Y le avisó a Enrique que se preparara a bien morir porque le quedaba poco tiempo de vida. Y así le sucedió.

  Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.

         Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.

  Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.

 

 

ORACION

  Matilde: reina santa y generosa: haz que todas las mujeres del mundo que tienen altos puestos o bienes de fortuna sepan compartir sus bienes con los pobres con toda la generosidad posible, para que así se ganen los premios del cielo con sus limosnas en la tierra.

 

 

 

 

 

 

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