28 - DE
MARZO – VIERNES –
3ª – SEMANA DE CUARESMA – C
San Sixto III, papa
Lectura de la profecía de Oseas
(14,2-10):
ESTO dice el Señor:
«Vuelve,
Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras
promesas con vosotros, y volved al Señor.
Decidle:
“Tú
quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no
nos salvará,
no volveremos a montar a caballo,
y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’
a la obra de nuestras manos.
En
ti el huérfano encuentra compasión”.
“Curaré
su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.
Seré
para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como
el del Líbano.
Regresarán
los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la
viña, será su renombre como el del vino del Líbano.
Efraín,
¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo
soy quien le responde y lo vigila.
Yo
soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto”.
¿Quién
será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los
traidores tropiezan en ellos».
Palabra de
Dios
Salmo: 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17
R/.
Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.
Te respondí oculto entre los truenos, te puse a
prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha,
pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me
escuchases, Israel! R/.
No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el
Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! Los
alimentaría con flor de harina, los saciaría
con miel silvestre». R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):
EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué
mandamiento es el primero de todos?».
Respondió
Jesús:
«El
primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente,
con todo tu ser”.
El
segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento
mayor que estos».
El
escriba replicó:
«Muy
bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no
hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús,
viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y
nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del
Señor
1.-
En esta lectura el Señor Dios nos
anima a convertirnos a él. “Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, porque
tropezaste con tu pecado… Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el
sacrificio de nuestros labios”.
Bien
sabemos la respuesta de nuestro Dios. “Yo curaré sus extravíos, los amaré sin
que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré rocío para Israel”.
“El
profeta lanza el último grito de alarma para la conversión del pueblo, el
retorno al único y verdadero Señor. Si tropezaron cayendo desde la firmeza de
su fe, que se conviertan ahora retornando la firmeza primitiva”.
Así
es nuestro Dios, hagamos lo que hagamos, también cuando vamos en contra de sus
indicaciones, Él siempre tiene la mano levantada para perdonarnos y amarnos
constantemente hasta el final.
2.- ¿Qué mandamiento es el primero de
todos? Bien conocida es por nosotros la pregunta y la respuesta de este
evangelio. Lo importante es que el amor a Dios y el amor al prójimo son
inseparables. No se ama a Dios si no se ama al prójimo. No se ama al prójimo si
no se ama a Dios.
Nuestra
tentación es verlos separados. Por eso, Jesús insiste tanto en su unión. Esta
unión es de lo más genuino de nuestro cristianismo. No sé si estaré en lo
cierto, pero me parece que a todos nosotros nos es más fácil amar a Dios que
amar a nuestros hermanos, nuestros prójimos.
Como
en todos, también en este punto, sin la ayuda de Jesús, -“sin mí no podéis
hacer nada”- no logramos vivir y cumplir estos mandamientos. Ya lo sabemos,
pedir a Jesús su poderosa y di vina ayuda.
Vida de San Sixto III,
papa
Fue elegido papa a la
muerte de san Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho
años que fueron muy llenos de exigencias.
Durante su vida se vio
envuelto casi de modo permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos,
siendo uno de los que primeramente detectó el mal y combatió la herejía que
había de condenar al papa Zósimo. De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este
asunto enviándolas a Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de
Cartago, y a san Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre
la Gracia sobrenatural y su necesidad tanto para realizar buenas obras como
para conseguir la salvación.
Pelagio fue un monje
procedente de las islas Británicas. Vivió en Roma varios años ganándose el
respeto y la admiración de muchos por su vida ascética y por su doctrina de
tipo estoico, según la cual el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el
propio esfuerzo, con la ayuda de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos,
orientaciones y normas disciplinares, etc., - ¡era un voluntarista! Además, la
doctrina llevaba aneja la negación del pecado original. Y consecuentemente
rechaza la necesidad de la redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la
ineficacia sacramentaria. Todo un monumental lío teológico basado en principios
falsos que naturalmente Roma no podía permitir.
Y no fue sólo esto. El
Nestorianismo acaba de ser condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año
antes de ser elegido papa Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre
Jesucristo había sido sembrada y las consecuencias no desaparecerían con las
resoluciones conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de
Constantinopla. Mantuvo una cristología imprecisa en la terminología y errónea
en lo conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la
maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por
contradecir la fe cristiana; depuesto de su sede, recluido o desterrado al
monasterio de san Eutropio, en Antioquía, muriendo impenitente fuera de la
comunión de la Iglesia. El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo
reducirlo a la fe sin conseguirlo y a pesar de sus inútiles esfuerzos
tergiversaron los nestorianos sus palabras afirmando que el papa no les era
contrario.
Llovieron al papa las
calumnias de sus detractores. El propio emperador Valentiniano y su madre
Plácida impulsaron un concilio para devolverle la fama y el honor que estaba en
entredicho. Baso -uno de los principales promotores del alboroto que privaba injustamente
de la fama al Sumo Pontífice- muere arrepentido y tan perdonado que el propio
Sixto le atiende espiritualmente al final de su vida y le reconforta con los
sacramentos.
Como todo santo ha de ser
piadoso, también se ocupó antes de su muerte -en el año 440 y en Roma-, de
reparar y ennoblecer la antigua basílica de Santa María la Mayor que mandó
construir el papa Liberio, la de San Pedro y la de San Lorenzo.
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