lunes, 17 de marzo de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 - DE MARZO – MIERCOLES – 2ª – SEMANA DE CUARESMA - C SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA,

  


 

19 - DE MARZO – MIERCOLES –

2ª – SEMANA DE CUARESMA - C

 

SAN JOSÉ,

ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA,

 Solemnidad

 

       Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):

 

   En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

   - «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 88,2-3.4-5.27.29

 

  R/. Su linaje será perpetuo

 

  Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije:

«Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

 

 Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades.» R.

 

 El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»

       Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.

 

        Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18):

 

  Hermanos:

  No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo.

  Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.

  Así, dice la Escritura:

  «Te hago padre de muchos pueblos.»

  Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó.

  Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho:

  «Así será tu descendencia.»

 

Palabra de Dios

 

       Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):

 

  Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

  El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

  José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

   - «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

   Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

 

Palabra del Señor

 

  1.- En el Libro de Samuel, Dios le hace a David una promesa extraordinaria: su descendencia y su reino no tendrán fin. Esta profecía encuentra su plenitud en Jesús, el Hijo de David. Y es San José, con su papel silencioso pero esencial, quien le da a Jesús el linaje davídico, insertándolo en la historia de esa promesa.

  Y es que, podemos ver en José una imagen conmovedora de la paternidad de Dios. Aunque no engendra biológicamente a Jesús, lo ama cual padre natural que es. En su hogar, Jesús aprende a decir “Abbá” a Dios, porque primero le dice “padre” a José.

   Así, la promesa hecha a David se cumple en Jesús, pero en ese proceso, José desempeña un papel silencioso y fiel: sostenerla, protegerla y vivirla. Y de algún modo, nosotros y nosotras también estamos llamados a hacer lo mismo en nuestra vida, incluso cuando no comprendemos del todo el plan de Dios.

 

     2.- San Pablo, en su carta a los Romanos, nos recuerda que Abraham creyó en la promesa de Dios contra toda esperanza, confiando plenamente en el Señor. Y esta misma fe se ve en San José cuando descubre que María esperaba un hijo que no era suyo, ya que seguramente su mundo entonces se tambaleó. Y cuando Dios le habla en sueños y le pide que confíe, como vemos también en el Evangelio, sin pedir pruebas ni cuestionar, José obedece, porque tiene plena confianza en la fidelidad de Dios.

   La fe de José fue activa y valiente: aceptó a María, protegió a Jesús de Herodes, huyó a Egipto y vivió en Nazaret. Su fe se tradujo en decisiones diarias, llenas de amor y servicio.

José es nuestro modelo. A menudo, Dios nos pide confiar sin verlo todo claro. Nos invita a caminar con fe, como Abraham y José, seguros de que Él cumple sus promesas, seguros de que Dios, es fiel.

 

   3.- Una vez más en el Evangelio de hoy, que celebramos San José, se nos enseña que la fe no requiere entenderlo todo desde el punto de vista racional, sino que más allá de la razón, debemos confiar y actuar según la voluntad de Dios.

   José no es un protagonista visible, pero es indispensable en el plan de Dios. Nos enseña que el servicio silencioso y la fidelidad en lo oculto tienen un valor inmenso. En un mundo que busca reconocimiento, protagonismo, “likes” y viralizaciones, José nos recuerda que lo esencial muchas veces sucede en el silencio de la entrega diaria.

   Que, como San José, aprendamos a confiar en Dios más allá de nuestras incertidumbres y a responder con generosidad a Dios, incluso cuando no comprendamos del todo sus caminos.

   Que San José nos enseñe a vivir una fe activa, confiada y esperanzada, sabiendo que Dios nunca falla.

  Como San José, ¿en qué aspectos de mi vida estoy llamado a confiar en Dios sin tener todas las respuestas?

   En mi familia, en mi trabajo o en mi comunidad, ¿cómo puedo reflejar la fidelidad y el amor silencioso de San José?

  ¿Cuido la presencia de Dios en mi vida con la misma ternura con la que José cuidó a Jesús?

 

SAN JOSÉ, 

ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA.

 


José significa "Dios me ayuda".

  De San José únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en el Evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.

  Una muy antigua tradición dice que l9 de marzo sucedió la muerte de nuestro santo y el paso de su alma de la tierra al cielo.

  Los santos que más han propagado la devoción a San José han sido: San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al santo Patriarca. Pero, sobre todo, la que más propagó su devoción fue Santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".

  Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: "Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir". Y es de notar que a todos los conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.

   San Mateo narra que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla como infiel, dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. Y dice el evangelio que su determinación de no denunciarla se debió a que "José era un hombre justo", un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, "ser justo" es lo mejor que un hombre puede ser.

   Nuestro santo tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió importantísimos mensajes del cielo.

  En su primer sueño, en Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizando con ese mensaje, José celebró sus bodas. La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.

   En su segundo sueño en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.

   En su tercer sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret.

 

   San José, el santo del Silencio.

 

  Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: "Sean pocas tus palabras". Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. "San José, Patrono de la Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar".

  Un dato curioso: Desde que el Papa Pío Nono declaró en 1870 a San José como Patrono Universal de la Iglesia, todos los Pontífices que ha tenido la Iglesia Católica desde esa fecha, han sido santos. Buen regalo de San José.

   Santa Teresa repetía: "Parece que Jesucristo quiere demostrar que, así como San José lo trató tan sumamente bien a Él en esta tierra, Él le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".

   "Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad".

 

 

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