martes, 4 de marzo de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 - DE MARZO – JUEVES DESPUES DE CENIZA– SAN OLEGARIO

 

 


 

6 - DE MARZO

– JUEVES DESPUES DE CENIZA–

SAN OLEGARIO

 

        Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):

 

  MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

  «Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

  Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

  Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 1

 

       R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

 

   Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.

 

   Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

 

    No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

         Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,22-25):

 

   EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

   «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

   Entonces decía a todos:

   «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

 

Palabra del Señor

 

   1.- ¿Qué es lo que no te gusta de tu vida?, ¿qué te hace sufrir?, ¿qué es lo que alejarías de ti si pudieras? Eso es tu cruz. Para unos es una enfermedad, para otros un compañero de trabajo, una situación familiar difícil, una decisión equivocada que tomaron en el pasado, la herida provocada por quien les hizo daño, un fracaso profesional, una humillación, un escenario que no pueden cambiar… Jesús dice en este evangelio algo sorprendente: «Si alguno quiere venir conmigo, que tome su cruz y me siga». Esto significa que la cruz no sobra, que él la permite por algún motivo. En lugar de amargarme, puedo aceptar lo que me cuesta y ofrecerlo.

 

    2.- Hemos aprendido que Jesús nos salvó por su muerte en la cruz. Pero quizá no hemos pensado que nosotros también podemos colaborar en nuestra propia salvación y en la redención del mundo con nuestras propias cruces.

   No es un mensaje fatalista, no significa que tengamos que quedarnos de brazos cruzados ante los sufrimientos: quiere decir que, cuando un dolor no se puede evitar, se puede aprovechar. Benedicto XVI escribió: «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito» (Spe Salvi, 37).

 

SAN OLEGARIO

 



  En lo religioso es Nicolás II quien dirige y, en lo civil, Enrique IV administra el Sacro Imperio Romano cuando nace en el año 1060 Olegario. Sus padres fueron Olaguer –valido de D. Ramón Berenguer, conde de Barcelona– y Guilia. En su tiempo se condena a Berengario por sus errores sobre la Eucaristía y Godofredo de Buillón conquista Jerusalén, nombrándosele defensor del Santo Sepulcro.

   Fue canónigo de la iglesia Catedral de Barcelona y D. Ramón Beltrán, obispo de la ciudad, lo ordenó sacerdote. Pero, pensando que agradaba más a Dios de otra manera, Olaguer –que así le conocen en Barcelona y Tarragona– renuncia a la prebenda catedralicia, entra en el monasterio de San Adrián del que llega a ser prior y pasa a ser abad del de San Rufo hasta que se le nombra obispo en el año 1115. No pocos apuros costaron ponerle sobre su cabeza la mitra de Barcelona y en su mano el báculo por no quererlos aceptar el frailecito pensando que eran gran dignidad y pocos sus méritos; incluso llegó a escaparse por la noche y el clero tuvo que «atraparle» en Perpiñán; y dicen que hasta el mismo D. Rodrigo suplicó al papa Pascual II para que le obligara a aceptarla. Puede que el dato sea leyenda o puede que sea verdad por su humildad; pero ciertamente hoy –los tiempos cambiaron– no cuesta tanto aceptar un nombramiento episcopal. Aquellas buenas gentes apreciaban bien su calidad. Como obispo hace su labor con creces; pasó el tiempo reconstruyendo monasterios e iglesias, predicando de ordinario –cosa poco usual en su época– y preocupándose de los pobres, dándoles en limosna los dineros que él recibía.

   Cuando muere el papa Pascual y se elige a Gelasio II, va Olegario a Roma a besar los pies de Pedro y prestarle juramento como acto protocolario del tiempo. A su vuelta se ha recuperado Tarragona de los moros, se restituye su condición de sede metropolitana y Olaguer es nombrado su arzobispo el 21 de marzo de 1118. El papa lo nombra, además, legado suyo para toda España. Tiene que vivir en Barcelona cuya sede mantiene porque quedó arrasada Tarragona y sin bienes propios; ocho años tardará Olegario en terminar de reedificar las murallas de esta ciudad y en llevar a ella gente aguerrida que esté en condiciones de poder defenderla.

   Cumpliendo la misión de metropolitano y legado ad latere hubo de tomar parte en diversos concilios y anatematizó al antipapa Anacleto.

   A su regreso de Tierra Santa se preocupa de que se restituyan a la Iglesia los bienes que algunos se habían injustamente apropiado, bendice y repara los templos desacralizados por los sarracenos, e interviene en Zaragoza en la reconciliación entre don Alonso de Castilla y don Ramiro de Aragón.

   Este hombre celoso, incansable, con don de gobierno y mucho amor a Dios, no pudo ver reconstruida su iglesia metropolitana por falta de recursos económicos antes de morir el 6 de marzo del 1136. Fueron sepultados sus restos en Barcelona y canonizado a la antigua usanza, es decir, por veneración popular y consentimiento del Romano Pontífice.

 

 

 

 

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