17 - DE
MARZO – LUNES –
2ª –
SEMANA DE CUARESMA - C
SAN PATRICIO, OBISPO
Lectura de la profecía de
Daniel (9,4b-10):
¡AY, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con
los que lo aman y cumplen sus mandamientos!
Hemos pecado, hemos cometido
crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y
preceptos.
No
hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros
reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
Tú,
mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede
hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los
de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a
causa de los delitos que cometieron contra ti.
Señor,
nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos
pecado contra ti.
Pero,
mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado
contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas
que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.
Palabra de Dios
Salmo:
78,8.9.11.13
R/. Señor, no nos trates
como merecen nuestros pecados
No recuerdes contra nosotros las culpas
de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios, Salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu
nombre. R/.
Llegue a tu presencia el gemido del
cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los
condenados a muerte. R/.
Nosotros, pueblo, ovejas de tu rebaño, te daremos
gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (6,36-38):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados;
dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida,
rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor
1.-
Daniel sufre por la desgracia de su
pueblo; dicha desgracia se ha producido, porque el pueblo no escuchó la voz del
Señor, el pueblo ha sido infiel a la Alianza.
En
oración, Daniel hace un reconocimiento vergonzoso del pecado, que ha sido la
«rebeldía»; negativa a dejarse liberar, renuencia a escuchar a los profetas,
incumplimiento de la Ley. Reconoce el profeta que Dios es fiel y que la
justicia pertenece a Dios; por eso implora misericordia y perdón… a la vez
quiere suscitar la confianza del pueblo en la fuerza liberadora y salvadora del
Señor.
2.- La Cuaresma son 40 días para mirarnos en el espejo de la fe, y
reconocer, como Daniel, con vergüenza, nuestras infidelidades y rebeldías (las
nuestras y las de nuestra Iglesia y sociedad).
La confesión sincera de nuestros pecados nos acercará a la misericordia
de Dios; dicha confesión muestra nuestra dependencia de su divina gracia y
suscita la confianza en el Dios fiel, que en el perdón rehace nuestras vidas
por sendas de fidelidad, libertad y salvación.
Como
Daniel, en oración nos dirigimos a ti, Señor: Aturdidos por nuestros pecados,
angustiados por nuestras infidelidades, imploramos tu misericordia, Dios
fiel, para que tu gracia nos libere del mal y de orgullos e
individualismos, impulse nuestra unión con Cristo, transforme nuestras vidas,
haga de nuestras comunidades eclesiales lugares acogedores y fraternos, nos
estimule a servir a los demás, especialmente a los más necesitados, y en camino
sinodal, a través de la cuaresma, nos lleva a la Pascua.
3.- Conversión: Es vivir la identidad cristiana, que nos hace ser hijos
y pertenecer a la comunidad.
Algunos
elementos clave de nuestra identidad humana son: la familia… el lugar de
nacimiento… la raza… la sexualidad… la pertenencia política o religiosa…
pudiéramos ampliar mucho la lista.
La
identidad nos hace ser y pertenecer, por eso valoramos tanto nuestra propia
identidad.
La
identidad cristiana fundamenta lo que somos: Hijos de Dios, Padre
misericordioso.
Tu
identidad más profunda te tiene que llevar a reflejar en tu modo de ser los ra sgos de tu Padre…
Porque Dios es Padre, tienes que vivir
como hijo.
Porque
Dios es compasivo, perdonador, generoso; tú tienes que ser así, misericordioso,
perdonador.
Porque
Dios no condena tú no puedes condenar, porque Dios perdona tú tienes que
perdonar, porque Dios es amor tú tienes que vivir amando. En la cuaresma
convertirnos al Padre, creciendo en el amor misericordioso, nos hace ser mucho
más humanos.
Pero
el Evangelio no habla en singular: Tu Padre, sino que dice vuestro Padre; esto
es hablar de fraternidad; de familia de Dios, de comunidad en la que se tiene
que reflejar la vivencia del amor fraterno, el perdón, la generosidad.
En
camino hacia la Pascua, disfruta viviendo lo que te identifica como cristiano:
el amor a Dios y al Hermano.
SAN PATRICIO, OBISPO
"Yo era
como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su
misericordia, me levantó y me puso sobre una pared." -San Patricio
Nació alrededor del año 387, en Escocia y murió en Irlanda alrededor del
461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda.
Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército romano; su madre era
familiar de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en
aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en
todo Occidente. Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años,
que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como
esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando
ovejas.
Trató de huir varias veces sin éxito. La Divina Providencia aprovechó este
tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo,
preparándolo para el futuro, ya que él mismo dijo que hasta entonces "aún
no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido
indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia. En un lapso de seis
años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó
maravillosamente para la santidad.
Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarcó
en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de
sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación
sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son
muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado
como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice
Irlanda.
A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada
en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía
característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde
obtuvo -ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria
sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar
cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de
Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos
fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de
evangelización, progresó rápidamente.
Hacia el año 444 se fundó la Iglesia Catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede
principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y
educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo,
casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las
austeridades sufridas y los interminables viajes.
Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia
tanto humana como divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le
permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le
colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San
Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.
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