10 de Octubre
- SÁBADO –
XXVIIª – Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio: Lc
11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las
turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo: “¡Dichoso el
vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”.
Pero él repuso: “Mejor: ¡Dichosos
los que
escuchan la palabra de Dios y la
cumplen!”.
1. Algunos exegetas se preguntan si este breve
relato no será una variante del otro en que la madre y los hermanos de Jesús
fueron a buscarlo a él (Lc 8, 19-21) (E. Klostermann). Hay
quienes descartan esa hipótesis (J. A. Fitzmyer).
Sea lo que sea
de esta cuestión, el hecho es que la respuesta de Jesús en ambos casos es la
misma: la mayor grandeza y la mayor dicha es escuchar la palabra de Dios y
cumplirla. Eso es más importante en la
vida que
incluso tener la relación de parentesco más íntima que se puede
tener con
Jesús, la relación “madre-hijo”
2. Pero, ¡atención!: lo decisivo no es “oír” la
palabra de Dios, sino “cumplirla”.
O sea, lo
decisivo es que la Palabra de Dios se constituya en el principio determinante y
organizativo de nuestra vida.
Hay que
recordar aquí que, en las culturas del antiguo oriente, la palabra no tenía
principalmente la función de signo que transmite un conocimiento, sino que era
considerada como una fuerza que transformaba el ámbito en que penetraba.
Toda la Biblia
se ha de entender desde este punto de vista.
De ahí que integrar la Palabra de
Dios en la propia vida es más determinante que ser de la misma familia de
Jesús.
3. Pero hay algo más fuerte aún. Según
el N. T., la Palabra de Dios es Jesús.
Esto ya se dice
en los sinópticos (Mc 4, 14 Ss; Lc 5, 1...). Pero, sobre todo, es en el
evangelio de Juan en el que se afirma que la Palabra se ha hecho carne (Jn 1,
14), es decir, la Palabra de Dios se ha hecho humanidad. Lo
cual es como decir debilidad, bondad, cercanía humana, amor.
Por eso, lo que
en definitiva afirma Jesús —y en lo que insiste— es que lo más importante en la
vida es “ser profundamente humano”. Esto es lo que importa de verdad. Porque es mediante nuestra humanización como
encontramos
a Dios. De la misma manera que haciéndose humano
es como Dios nos
encontró a
nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario