viernes, 9 de octubre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 13 DE OCTUBRE - MARTES - 28ª - Semana del Tiempo Ordinario




13 DE OCTUBRE - MARTES     -
28ª  - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 11.37-41

   En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invito a comer a su casa.     Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor dijo:  “Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?
Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis
limpio todo”.

1.   Estas invectivas de Jesús contra los fariseos son paralelas a las que recoge Mt 23, pero ordenadas de forma distinta.
Aquí, por tanto, se plantean las mismas preguntas que en el capítulo 23 de Mt. Sea cual sea la respuesta que se dé a esas cuestiones de tipo histórico y de redacción, lo que interesa es el mensaje religioso que, en este y en los textos siguientes nos presenta el Evangelio.

2.   Lo primero que está claro, en este relato, es que Jesús no observaba los rituales religiosos de purificación que tan celosamente observaban los fariseos.
Se sabe que Jesús no estaba de acuerdo en bastantes cosas con lo que hacían y decían los fariseos.    Pero eso no le impide ir a casa de uno de ellos y sentarse a la mesa con él.    Al fariseo, lo que le interesa es la observancia de los rituales religiosos.
 A Jesús, lo único que le interesa es la comensalía,  la mesa compartida, que es símbolo universal de la vida compartida.
Jesús salta por encima de todas las diferencias ideológicas y éticas.    Sobre todo, Jesús se desentendió de los ritos que imponía la religión y buscó, ante todo, lo que puede unir a las personas.

3.   Jesús desplazó el centro de la religión. Para Jesús, ese centro no estaba en los ritos y normas, sino en una forma de vida en la que lo importante es, no lo exterior, la apariencia, es decir, la imagen externa, lo que ve la gente.     Lo importante, para Jesús, es el ser.   Y, más que el “ser” lo decisivo en el Evangelio es el “acontecer”: las “obras” que el ser humano realiza.
O los “frutos” que produce su vida.


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