sábado, 31 de octubre de 2015

Párate un momento: Lecturas del dia 1 TODOS LOS SANTOS





1 de Noviembre  -DOMINGO-
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Primera lectura: Apocalipsis 7, 2-4. 9-14

   Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo.  Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: “No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios”.
Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.     Después, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del
Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.   Y gritaban con voz potente: “¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!”.     Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los
ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: “Amén.    La alabanza y la gloria y la sabiduría  y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos.   Amén”. Y uno de los ancianos me dijo: “Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?”.   Yo le respondí: “Señor mío, tú lo sabrás” Él me respondió “Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero”.

Salmo 23,1-2. 3-4ab. 5-6

   R// Este es el grupo que viene a tu presencia Señor.
•    Del Señor es la tierra y cuanto la llena
el orbe y todos sus habitantes
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.  R//
•    ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos.  R//
•    Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.  
 Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
    R//

Segunda lectura: 1 Juan 3, 1-3
      Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!  El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos.
Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.

Evangelio: Mateo 5, 1-12a
      En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándoles:    “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos  los que tiene hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.   Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Fiesta de todos los Santos

1.- Ocho puertas para entrar en el Reino de Dios.

En la Fiesta de Todos los Santos, la lectura del evangelio recoge las bienaventuranzas. Es una forma de indicarnos el camino que llevó a tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia a la santidad.   Resulta imposible comentar cada una de ellas en poco espacio.    Me limito a indicar algunos detalles fundamentales para entenderlas.

2.- Las bienaventuranzas no son una carrera de obstáculos.
 Muchos cristianos conciben las bienaventuranzas como una carrera de obstáculos, hasta que conseguimos llegar a la meta del Reino de Dios.    Y la carrera se hace difícil, tropezamos continuamente, nos sentimos tentados a abandonar cuando vemos tantas vallas derribadas. «No soy pobre material ni espiritualmente; no soy sufrido, soy violento; no soy misericordioso; no trabajo por la paz…    No hace falta que un juez me descalifique, me descalifico yo mismo.»    
Las bienaventuranzas se convierten en lo que no son: un código de conducta.

3.- Las bienaventuranzas son ocho puertas para entrar en el Reino de Dios
 El arquitecto de la basílica de las bienaventuranzas la concibió con ocho grandes ventanas que permiten ver el hermoso paisaje del lago de Galilea.
Prefiero concebir las bienaventuranzas no como ocho ventanas, sino como ocho puertas que permiten entrar al palacio del Reino de Dios.     Para entenderlas rectamente hay que advertir donde las sitúa Mateo: al comienzo del primer gran discurso de Jesús, el Sermón del Monte, en el que expone su programa e indica la actitud que debe distinguir a un cristiano de un escriba, de un fariseo y de un pagano.
            A diferencia de los políticos, capaces de mentir con tal de ganarse a los votantes, Jesús dice claramente desde el principio que su programa no va a agradar a todos.     Los interesados en seguirlo, en formar parte de la comunidad cristiana (eso significa aquí el «Reino de los cielos»), son las personas que menos podríamos imaginar: las que se sienten pobres ante Dios, como el publicano de la parábola; los partidarios de la no violencia en medio de un mundo violento, capaces de morir perdonando al que los crucifica; los que lloran por cualquier tipo de desgracia propia o ajena; los que tienen hambre y sed de cumplir la voluntad de Dios, como Jesús, que decía que su alimento era cumplir la voluntad del Padre; los misericordiosos, los que se compadecen ante el sufrimiento ajeno, en vez de cerrar sus entrañas al que sufre; los limpios de corazón, que no se dejan manchar con los ídolos de la riqueza, el poder, el prestigio, la ambición; los que trabajan por la paz; los perseguidos por querer ser fieles a Dios.
     Pero las bienaventuranzas son ocho puertas distintas, no hay que entrar por todas ellas.    Cada cual puede elegir la que mejor le vaya con su forma de ser y sus circunstancias.

4.- Evitar dos errores

    En conclusión, las bienaventuranzas no dicen: «Sufre, para poder entrar en el Reino de Dios».    Lo que dicen es: «Si sufres, no pienses que tu sufrimiento es absurdo; te permite entender el evangelio y seguir a Jesús».
      No dicen: «Procura que te desposean de tus bienes para actuar de forma no violenta».     Dicen: «Si respondes a la violencia con la no violencia, no pienses que eres estúpido, considérate dichoso porque actúas igual que Jesús».
   No dicen: «Procura que te persigan por ser fiel a Dios».    Dicen: «Si te persiguen por ser fiel a Dios, dichoso tú, porque estás dentro del Reino de Dios».
   Pero, al tratarse de los valores que estima Jesús, las bienaventuranzas se convierten también en un modelo de vida que debemos esforzarnos por imitar. Después de lo que dice Jesús, no podemos permanecer indiferentes ante actitudes como la de prestar ayuda, no violencia, trabajo por la paz, lucha por la justicia, etc. El cristiano debe fomentar esa conducta.   Y el resto del Sermón del Monte le enseñará a hacerlo en distintas circunstancias.

5.- Las puertas y el palacio

   Finalmente, no olvidemos que estas ocho puertas nos permiten entrar en el palacio y sentarnos en el auditorio en el que Jesús expondrá su programa a propósito de la interpretación de la ley religiosa, de las obras de piedad, del dinero y la providencia, de la actitud con el prójimo… Este gran discurso es lo que llamamos el Sermón del Monte.  
   Limitarse a las bienaventuranzas es como comprar la entrada del cine y quedarse en la calle. 
           



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