30 de Octubre
- VIERNES –
XXXª – Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio: Lc
14,1-6
Un sábado entró
Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer,
y ellos le estaban espiando. Jesús se
encontró delante un hombre enfermo
de hidropesía y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: “¿Es lícito
curar los sábados o no?” Ellos se
quedaron callados. Jesús, tocando al
enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: “Si a uno de vosotros se
le cae al pozo el burro o el buey, ¿no
lo saca enseguida, aunque sea sábado?”
Y se quedaron sin respuesta.
1. El capítulo 14 de Lucas está dedicado (menos
el final, a partir del v. 25) al tema de la comida, que culmina con la gran
parábola del banquete (v. 15-24). En
el evangelio de Lucas, el hecho de la comensalía, “la mesa compartida” (R.
Aguirre), es central. Jesús no
distingue ni categorías, ni ideologías, ni clases de personas. Come con todos, y enseña así que a nadie se
debe excluir del banquete del Reino, que culminará en la cena de despedida, la
Cena del Señor. Al proceder así en
los banquetes y comidas,
Jesús cambió de
forma radical el estricto orden social que se exigía en el banquete o
“simposio” de la cultura greco-romana: el orden y la jerarquía en la comida y
el puesto que se ocupaba eran el indicador de un rango social que diferenciaba a
los comensales (Dennis E. Smith).
Jesús acabó con estas degradaciones en la mesa compartida de los
cristianos.
2. El centro de este relato no es la curación
del hidrópico, sino la presentación de las diferencias que caracterizan a la
religiosidad de los integristas, frente a la religiosidad de Jesús. Lo
determinante está en que lo primero para
los integristas es la observancia de las normas religiosas y
sus
interpretaciones, mientras que lo primero para Jesús es lo que alivia
el sufrimiento
de las personas y las hace felices. A todos por igual y sin tolerar diferencias o
exclusiones.
3. Por eso, en este caso, lo que hace Jesús es
ir a compartir la mesa con uno de los principales fariseos, con los que no
estaba de acuerdo en muchas cosas. Sin embargo, en este caso, lo que hacen los
fariseos es “espiar” a Jesús, para ver si era observante o no se sometía a las
normas religiosas. Está claro que, para Jesús, era más importante
compartir la mesa que coincidir en ideas y prácticas religiosas. O
sea, para Jesús, lo primero era lo humano, mientras que, para los integristas
religiosos lo primero era lo sagrado. Ahora bien, una vez que se acepta esta
postura en la vida, se llegan a cometer actos de auténtica barbarie, con la
conciencia de que eso es lo que agrada a Dios. Por eso Jesús les echa en cara que son
capaces de cuidar mejor a un burro o a un buey que a un ser humano enfermo.
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