17 de Octubre
- SÁBADO –
XXVIIIª – Semana del Tiempo Ordinario
Lc 12,8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres,
también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me niega ante los hombres, lo renegarán
a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del Hombre se le
podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará. Cuando os conduzcan a la
sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que
vais a decir o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel
momento lo que tenéis que decir”.
1. Jesús fue un hombre controvertido. Y un
hombre enjuiciado y juzgado. De ahí que tuvo amigos y enemigos. Los que se pusieron de su parte y los que lo
negaron.
Es decir, ante
Jesús no cabe quedarse indiferente. Y,
por tanto, la neutralidad es imposible. Esto supuesto, lo importante para nosotros
está en saber siempre que este proceso sigue adelante en la historia. De
forma que ahora mismo hay personas que se ponen de parte de Jesús, lo mismo que hay quienes reniegan de
él. Evidentemente, esto no
se hace en un
juicio. Se hace en la vida. Hay
quienes, con sus decisiones y sus hábitos de vida, afirman que Jesús tiene
razón. Lo mismo que hay quienes viven y hablan de
forma que a todas horas están diciendo que Jesús se equivocó. Los
que organizan su vida para tener asegurada su
fama, su poder,
su dinero, su buena imagen, su seguridad a toda costa,
todos los que
hacemos eso (o algo de eso), quizá sin saber lo que hacemos, lo que realmente
hacemos es decirle a todo el mundo que Jesús se equivocó. Que
no le hagan caso a Jesús, ya que lo que importa es lograr aquello que rechazó
Jesús. Así vamos por la vida... iQué vergüenza y qué dolor¡.
2. La blasfemia contra el Espíritu Santo
consiste en la postura obstinada, ciega y firme de oposición y enfrentamiento
al Evangelio (A. Plummer, T. W. Manson), es decir, de oposición y
enfrentamiento al ser humano, que ocupa el centro de las preocupaciones
evangélicas.
No olvidemos
que, en la encarnación del Logos (que es Dios), el mismo Dios se ha fundido con
el ser humano. Así
las cosas, resulta lógico y coherente que blasfemar contra semejante proyecto
sea imperdonable. No porque el Padre
no quiera perdonar, sino porque el que blasfema así no quiere ser perdonado .
¿Qué le importa
a él el perdón de eso que dicen que es Dios?
3. En este contexto de enfrentamiento y
conflicto, Jesús advierte a sus discípulos que pueden ser conducidos “a la sinagoga”. Es
decir, a un juicio religioso.
Porque también
puede ocurrir (y ocurre) que la religión tome decisiones y asuma formas de comportamiento
que son auténticas agresiones al ser humano, a personas concretas. Y entonces, de acuerdo con lo que dice d
Evangelio, se trata de agresiones contra el mismo Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario