jueves, 15 de octubre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 16 de Octubre - VIERNES - XXVIIIª – Semana del Tiempo Ordinario





16 de Octubre - VIERNES -
XXVIIIª – Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 12,1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar; dirigiéndose primero a sus discípulos: “Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía.
Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que
no llegue a saberse. 
 Por eso, lo que digáis de noche, se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano, se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más.
 Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar en el fuego.
A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? 
 Pues ni de uno solo se olvida Dios. 
 Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. 
 Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones".

1. Jesús les advierte a sus discípulos que es peligrosa “la levadura” de los fariseos.
La “levadura” es un término bíblico importante.    El poquito de masa ya fermentada que, incorporada a la masa nueva, hace que fermente el pan era considerado como un elemento “impuro”.
De forma que los panes sin levadura eran los únicos que se podían ofrecer a Dios en sacrificio (F. Bovon).
Pues bien, la “levadura” de los hombres más religiosos es la “hipocresía", que lo mismo que “teatralidad", o sea representar lo que se es (H. Giesen).    Esto era muy frecuente entre los hombres de la religión en tiempos de Jesús.    Y lo es ahora.

2. En esta vida estamos tantos hipócritas, o sea tantos fariseos, que debe ser muy raro el que se escapa de esta forma de vivir
Todos anteponemos nuestra imagen pública a la realidad de nuestra vida.
Nadie quiere aparecer externamente como realmente es. Seguramente, cuanto más se va bajando en la escala social y religiosa, menos sitio tiene la hipocresía.
En el mendigo o la prostituta, la imagen pública no tiene más remedio que
coincidir con la realidad.    Porque viven de la imagen pública.     En los altos cargos, en las ilustres familias, en los buenos religiosos o religiosas, no hay más salida que ocultar cosas que no puedan aparecer ante la opinión pública.    Todos estos viven de una imagen que, menos en casos extraordinarios, no puede coincidir con la realidad de vidas que, a veces, dejan mucho que desear.

3. Jesús insiste en que no tengamos que ocultar nada en la vida. 
 Que se sepa todo.
Nada de disimular sentimientos turbios que fomentamos y disfrazamos celosamente. Jesús es tan machacón en este asunto porque, seguramente, las instituciones y organizaciones religiosas son de tal naturaleza y funcionan de tal manera que no tienen más remedio que vivir ocultando, disfrazando, disimulando.
Lo cual, en buena medida, es comprensible.
Porque se trata de seres humanos, con sus consiguientes limitaciones y miserias humanas, que, al mismo tiempo, tienen que aparecer ante la gente como profesionales de la ejemplaridad.
 En grupos humanos así, la hipocresía es la gran tapadera que oculta lo que quizá no imaginamos.
Por eso la religión es tan despreciada y hasta tan odiada.




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