6 de
Octubre - MARTES –
XXVIIª - Semana del Tiempo Ordinario
Lc 10, 38-42
En aquel
tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su
casa. Esta tenía una hermana llamada
María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y
Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y
dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el
servicio?
Dile
que me eche una mano. Pero el Señor le
contestó: “Marte, Marta, andas inquieta
y nerviosa con tantas cosas: solo una es
necesario. María ha escogido la mejor
parte; y no se la quitarán”.
1. Lo que
menos interesa de este relato es precisar si Marta y María son las mismas dos
hermanas, que, junto a Lázaro, aparecen en el IV evangelio (Jn 11, 1-46).
Lo que importa es lo que nos enseña este relato, no
quiénes fueron sus protagonistas.
Tampoco es de mucha actualidad el tema que ha
planteado la literatura ascética y la teología de la Vida Religiosa, al explicar
lo de Marta y María como símbolo de las dos formas de Vida Religiosa, que la espiritualidad
cristiana ha planteado: la vida activa (Marta) y la vida contemplativa (María).
Un tema que ha interesado a monjas y monjes,
pero que ahora interesa cada día menos.
¿A qué viene calentarse
tanto la cabeza discutiendo si es más perfecta la
vida activa o la contemplativa?
¿Qué más da lo uno o lo otro?
2. En todo
caso —y tenga el interés que tenga la
identidad de estas dos hermanas— no parece que el evangelio de Lucas nos
recuerde lo de Marta y María para pronunciarse en favor de la acción o de la
contemplación. Lo que ocurrió en la casa de aquellas dos
hermanas, y la respuesta de Jesús, se refieren, sin duda, a algo que interesa a
todo el mundo. Es importante
la ayuda, pero es más importante la escucha. Es
importante el ser para, pero es más importante el estar con. Por supuesto, hay situaciones en la vida en
las que lo más urgente es la ayuda. Pero, en el conjunto de la vida, lo que más necesitamos
es que se nos escuche, que alguien nos dedique su tiempo, su interés, su
atención. Es decir, que haya personas
que, con su actitud profunda, nos hacen ver y palpar que les podemos aportar
algo,
que les podemos enseñar algo, que por eso somos
importantes y necesarios para el que nos escucha. Marta es la persona que quiere ayudar. María es la persona que quiere.
3. En la vida
es importante la “ayuda”. Pero es indeciblemente más necesario el “cariño”. Porque el cariño llega más al fondo de lo que
somos y necesitamos.
Y porque el cariño es más englobante, abarca la vida
entera y llena toda nuestra vida.
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