9 de Octubre
- VIERNES –
XXVIIª – Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio: Lc
11, 15-26
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un
demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
“Si echa los demonios es por arte
de Belzebú, el príncipe de los demonios”.
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: “Todo reino en guerra civil va a
la ruina y se derrumba casa tras casa.
Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino?. Vosotros decís que yo echo los demonios
con el poder de Belcebú; y si yo echo
los demonios con el
poder de Belcebú, vuestros
hijos, ¿por arte de quién los
echan?. Por eso, ellos mismos serán
vuestros jueces. Pero si yo echo los
demonios con el dedo de Dios, entonces es que e! Reino de Dios ha llegado a
vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien
armado guarda su palacio, sus bienes están seguros.
Pero si otro más fuerte lo asalta
y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra
mí; el que no recoge conmigo,
desparrama. Cuando un espíritu inmundo
sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para
descansar; pero no lo encuentra, dice: “Volveré a la casa de donde salí. Al volver se la encuentra barrida y
arreglada. Entonces va a coger otros
siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que
el principio”.
1. Este extraño relato deja patente un hecho
estremecedor. Jesús fue un hombre tan
controvertido, que sobre él llegó a plantearse la cuestión más radical: si
traía la salvación o tenía un demonio dentro (E. Schillebeeckx).
Por tanto, lo
que menos interesa en esta disquisición, que el evangelio de Lucas pone en boca
de Jesús, es la demonología subyacente y que, sin duda, reproduce ideas que las
gentes de entonces tenían sobre los demonios.
Lo que importa aquí es que, siendo
Jesús quien fue, de él se pudiera pensar y decir que era el más autorizado representante
de Satanás.
2. Es peligroso hablar de cosas trascendentes y
de seres personales que
están fuera del
orden inmanente de este mundo. Es
peligroso decir: “Esto es voluntad de Dios”.
Es también peligroso decir: “Eso
me lo ha revelado un ángel”.
Y peor aún
puede ser afirmar: “Esta persona está endemoniada”. Echando mano de estas entidades
sobrenaturales, se han justificado hasta las guerras más crueles.
Y sin llegar a
tanto, “dioses”, ángeles y “demonios” han sido grandes aliados de gentes
visionarias que han hecho mucho daño. Desde trastornar a algunas personas hasta difamarlas
para siempre.
3. Interpretar
lo que Dios quiere o lo que Dios rechaza, lo que nos salva o lo que nos
condena, con esas cosas hay que tener tanto o más cuidado que cuando
manipulamos una sustancia que puede ser una medicina o
un veneno. Por
tanto, si no tenemos las mejores garantías de que una cosa es para bien y
felicidad de las personas, no le carguemos a Dios o a los demonios lo que bien
puede ser expresión de nuestros intereses o de nuestros resentimientos. ¿Quién
se atreve a decir: “Esto es lo que Dios quiere”?. El osado que se arriesga a decir semejante
cosa, en situaciones o circunstancias muy concretas, seguramente no se da
cuenta del peligro que corre.
Y, además,
tampoco se da cuenta de la falta de respeto que comete contra Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario