viernes, 23 de octubre de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 25 de Octubre – DOMINGO – XXXª – Semana del Tiempo Ordinario




25 de Octubre – DOMINGO –
XXXª – Semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura: Jeremías 31, 7-9

   Así dice el Señor: “Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.    Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra.    Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna.    Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán.    Seré un padre para
Israel, Efraín será mi primogénito”.

Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

  R//  El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
• Cuando el Señor cambió la suerte de   Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.   R// 

• Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos”.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.  R// 

• Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Négueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.  R// 
·      Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.   R// 

Segunda lectura: Hebreos 5, 1-6

      Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.    Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo
está envuelto en debilidades.    A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.  Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”, o, como dice otro pasaje de la Escritura: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”.

Evangelio: Marcos 10, 46-52

   En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.    Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, ten compasión de mí”.    Muchos le regañaban para que se callara.    Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí”.  Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama”.   Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.    Jesús le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”.        El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”.    Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”.    Y al momento recobró la vista y
lo seguía por el camino.

1.- El ciego Bartimeo y nuestra ceguera.
(Un relato aparentemente sencillo)

  El evangelio de este domingo (la curación del ciego Bartimeo) parece, a primera vista, muy fácil de entender: uno más de los milagros que hace Jesús a lo largo de su vida.
Pero con detalles curiosos
            1. Bartimeo llama a Jesús “hijo de David”.   Es la única persona que le da este título en el evangelio de Mc. “Hijo de David”, aplicado a Jesús, puede tener dos sentidos:   a) Jesús es el Mesías esperado, el rey de Israel; aunque inmediatamente antes haya hablado de su muerte, de que ha venido a servir, no a ser servido, el ciego confiesa su fe en la dignidad de Jesús y en su poder de curarlo.    b) Jesús es igual que Salomón (el hijo de David más famoso), al que las leyendas posteriores terminaron atribuyendo poder de curaciones; en este sentido se usa con más frecuencia en el evangelio de Mateo.
            2. La actitud del ciego, que grita cada vez más fuerte, aunque la gente le mande callar.    Marcos indica, con cierta ironía, que las mismas personas que lo mandan callar son las que luego lo animan a levantarse e ir hacia Jesús.    Pero lo importante es la petición que repite: “ten compasión de mí”, que se concretará luego en poder ver.
            3. Es curioso que se cuente que “soltó el manto” antes de acercarse a Jesús.    Parece un detalle innecesario.   Sin embargo, recuerda lo que se ha dicho al comienzo del evangelio a propósito de los primeros discípulos, que “dejando las redes, lo siguieron” (Mc 1,18).
            4. Aunque Bartimeo piensa que Jesús puede curarlo, Jesús le dice “tu fe te ha curado”, poniendo de relieve la importancia de la fe.
            5. Este es el único caso en todo el evangelio en el que una persona, después de ser curada, sigue a Jesús por el camino. Aunque el texto no lo dice, lo sigue hacia Jerusalén, hacia la muerte y la resurrección.

2.- El relato en el conjunto del evangelio.

            Cuando leemos este relato en el conjunto del evangelio de Marcos nos damos cuenta de que tiene una importancia enorme.
            1. Este episodio cierra una larga sección del evangelio en la que Jesús ha ido formando a sus discípulos sobre los temas más diversos: los peligros que corren (ambición, escándalo, despreocupación por los pequeños), las obligaciones que tienen (corrección fraterna, perdón) y el desconcierto que experimentan ante las ideas de Jesús a propósito del matrimonio, los niños y la riqueza.    Después de todas esas enseñanzas, el discípulo puede sentirse como ciego, incapaz de ver y pensar como Jesús.
            2. En este contexto, la actitud de Bartimeo, gritando insistentemente a Jesús que se compadezca de él, es un símbolo de la actitud que debemos tener cuando no acabamos de entender o no somos capaces de practicar lo que Jesús enseña.    Pedirle que seamos capaces de ver y de seguirle incluso en los momentos más difíciles.

1ª  lectura: una imagen vale más que mil palabras  

El texto de Jeremías pretende consolar al pueblo de Israel, desterrado primero por los asirios y luego por los babilonios, prometiéndole que volverá del norte y de los confines de la tierra. Incluso las personas menos capacitadas para moverse (ciegos, cojos, preñadas, recién paridas), volverán a la patria.     Las antiguas penas se transformarán en grandes consuelos.
   La relación de la primera lectura con el evangelio es muy escasa.    Este texto de Jeremías quizá se ha elegido porque habla de ciegos que vuelven a Jerusalén, igual que Bartimeo sigue a Jesús hacia Jerusalén.   Sin embargo, la actual tragedia de los refugiados ayuda a valorar ese mensaje de esperanza.  



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