martes, 27 de octubre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 28 de Octubre - MIÉRCOLES – DÍA DE SAN SIMÓN Y SAN JUDAS APÓSTOLES



28 de Octubre  - MIÉRCOLES –
DÍA DE SAN SIMÓN Y SAN JUDAS
APÓSTOLES
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Evangelio: Lc 6, 12-19

   En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.    Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso el nombre de Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el zelota, Judas el de Santiago y Judas
Iscariote, que fue el traidor.    Bajó del monte con ellos y se paró en el llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón.    Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos, quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos”.

1.   Es importante fijarse, ante todo, en el hecho con el que Lucas empieza este relato de la elección de los apóstoles.    Jesús pasó la noche entera en oración, en soledad, en la montaña.    Jesús necesitó de la oración, sobre todo en los momentos principales de su vida.    Jesús se sentía humano, débil, necesitado de la luz y la fuerza que solo Dios le podía dar.   Allí, en la montaña de Galilea, Jesús oró a Dios.    Era el momento de la elección de sus primeros seguidores, de los amigos, de los allegados.   Aquel fue el comienzo de una larga amistad.   Una amistad fundamentada en la oración.    Tal es el sentido y la importancia que la oración debe tener en la vida del creyente.
Y en esto descubrimos que el Evangelio es un “proyecto de vida”, pero no es simplemente un “proyecto solamente humano”.    Porque el Evangelio nos exige superar lo que da de sí nuestra sola humanidad.    Sin la fuerza que nos da Dios, no podremos llegar a ser plenamente humanos, ya que la deshumanización está fundida con nuestra humanidad.

2.   Al apóstol Simón se le califica como el “cananeo” (Mc 3, 18; Mt 10, 4) o como el “zelota” (Lc 6, 15; Hech 1, 13).   El llamarle “cananeo” no tenía otra finalidad que distinguirlo del otro Simón, que fue Pedro. Se ha pensado que el apodo de “zelota” quiere decir que este Simón perteneció a los zelotas, un grupo revolucionario que se opuso a los romanos.    Pero no parece que esto sea admisible, ya que los zelotas se organizaron años más tarde de la muerte de Jesús.    Quizá sea más explicable atribuir este mote a lo que dice Filón de Alejandría, que habla de los “celosos de las leyes” (zelotai nomon), que existieron en Galilea.    De ser esto así, tenemos el dato curioso según el cual Jesús no tuvo inconveniente en escoger como apóstol a un integrista de las observancias, al que Jesús educo de forma que pronto escandalizó a los observantes (Mc 2, 18 par; 2, 23-24 par; 7, 1-2 par).


3.   De este Judas, distinto del Iscariote, se sabe muy poco, ya que figura solamente en las listas de los Doce que proporciona Lucas (Lc. 6. 16;Hech 1, 13).    Como Judas de Santiago ocupa, en Lucas y Hechos, el puesto correspondiente a Tadeo en las listas de Marcos y Mateo, la imaginación cristiana produjo un Judas Tadeo mediante una armonización sin base alguna en la realidad (J. P. Meier).

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