24 de Octubre
-SÁBADO-
XXIXª - Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio: Lc
13, 1-9
En aquella ocasión, se presentaron algunos
a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilatos con la de los
sacrificios que ofrecían, Jesús les contestó: “¿Pensáis que esos galileos eran
más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si
no os convertís, todos pereceréis lo mismo.
Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé,
¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si nos os convertís, todos
pereceréis de la misma manera”. Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una
higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en
esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en
balde? Pero el viñador contestó:
“Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a
ver si da fruto. Si no, el año que
viene la cortarás”.
1. Se sabe que Galilea fue, en tiempo de Jesús,
patria de numerosos grupos disidentes antirromanos. En
Hech 5, 37 se menciona a Judas el Galileo.
Y en el relato de hoy nos encontramos
con un grupo de galileos que fueron asesinados por el procurador romano Poncio
Pilatos. Además, el hecho se produjo
con la especial crueldad de que el asesinato fue cometido por los legionarios
romanos en el templo, en un acto religioso.
El crimen, por tanto, fue una provocación muy grave para los sentimientos
nacionalistas y religiosos de cualquier israelita.
2. Era, pues, una situación que exigía una
protesta enérgica y una denuncia pública contra los abusos criminales con los
que la dominación romana humillaba a los israelitas. Sin embargo, la respuesta de Jesús fue desconcertante. No
dijo ni media palabra contra Pilatos o contra los romanos. Por el contrario, les advirtió a sus
oyentes que, si no se convertían y cambiaban de vida, todos iban a terminar
también asesinados. ¿No fue esto una cobardía que traicionaba los sentimientos
más nobles y los derechos más evidentes de un pueblo sometido al gran tirano?
3. Jesús no fue ni cobarde ni cómplice ante los
romanos. Prueba de ello es que lo
crucificaron por motivos políticos, como quedó escrito en e
letrero que
pusieron en la cruz (Mt 27,37 par). Jesús
no fue cobarde. Jesús fue al fondo del problema. Jesús estaba convencido de que los conflictos
políticos no se resuelven solamente cambiando a los gobernantes, aunque sean
tiranos. Los conflictos políticos se
resuelven cuando cambian en su intimidad y se convierten en su corazón todos
los agentes que son partes del conflicto. Los conflictos políticos dejan
heridas que dividen y generan odios y resentimientos. Mientras tales heridas no cicatrizan, el
conflicto sigue en carne viva. La
solución es curar las heridas, no solo cambiar a los gobernantes. Estamos cansados de ver países en conflicto,
que cambian de régimen, pero la miseria y el conflicto siguen igual, y siempre
se llevan la peor parte los mismos, los más pobres. Lo único que de verdad puede
cambiar este mundo es la “bondad”, asimilada e integrada en la vida de quienes
vamos por la vida diciendo que somos creyentes en Jesús.
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