domingo, 25 de octubre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 27 de Octubre - MARTES – XXXª – Semana del Tiempo Ordinario




27 de Octubre  - MARTES –
XXXª – Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 13, 18-21

   En aquel tiempo, Jesús decía: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?    Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas”.   Y añadió: “¿A qué compararé el Reino de Dios?   Se parece a la levadura que una mujer toma y mete entre medidas de harina, hasta que todo fermenta”.

1.   Las parábolas del grano de mostaza y de la levadura no se refieren directamente al éxito y el triunfo final del Reino de Dios, que llegará a ser un árbol grande y acogedor y que terminará transformando la masa entera.    Estas dos parábolas no tienen su centro y clave de explicación en
el resultado final, sino en el medio o procedimiento con el que se podrá
alcanzar ese final feliz.

2.   Ahora bien, el procedimiento mediante el cual el Reino de Dios puede crecer y así transformar la masa entera de este mundo no es lo visible, sino lo invisible.    No es lo que brilla y luce, sino lo que se oculta y desaparece.    Porque la pequeñez del grano de mostaza tiene que ser sembrada
y sepultada debajo de tierra.    De la misma manera que la levadura tiene que perderse en la masa y fundirse con ella.    Solamente desapareciendo es como el grano de mostaza y la levadura transforman, dan vida, crecen y maduran.    Los afanes de subir, ser notorio, trepar..., todo eso no hace bien a nadie, sino que, a lo más que llega, es a engañar o sencillamente teatralizar la vida, la religión y la fe.

3.   Jesús no elogia aquí la humildad, la pequeñez o la sencillez.    Es decir, Jesús no elogia aquí esas virtudes cristianas.    Lo que Jesús afirma y exige es la laicidad. Porque reconoce y enseña que cuando el grano de mostaza se funde con la tierra; y cuando la levadura se funde con la masa, entonces es cuando producen su fruto o causan su efecto.    Las religiones tienen
la tendencia a destacar su presencia en la sociedad, a situarse por encima de las instituciones civiles, y a dictar las normas y valores que deben regir la vida y la convivencia social.     Porque “lo sagrado” es considerado como la última referencia a la que se tiene que subordinar “lo profano”, lo “civil” y lo “laico”.    Lo que así se consigue  -si es que se consigue -  es dominar en la sociedad, pero no transformar la sociedad.   Pero Jesús no quiere que el cristianismo sea un principio de dominación, sino una fuerza de transformación.



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