lunes, 13 de marzo de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 15– DE MARZO - MIERCOLES – 3ª SEMANA DE CUARESMA – A San Raimundo de Fitero

 

 


15– DE MARZO - MIERCOLES –

3ª SEMANA DE CUARESMA – A

San Raimundo de Fitero

 

Lectura del libro del Deuteronomio (4,1.5-9):

 

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:

“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.

Porque ¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

Y ¿Dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 147,12-13.15-16.19-20

 

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

 

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sión.

Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

 

V/. Él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz;

manda la nieve como lana,

esparce la escarcha como ceniza. R/.

 

V/. Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así,

ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

 

Palabra del Señor

 

1.  Para comprender la importancia y el significado de la advertencia sobre la ley, que aquí hace Jesús, conviene recordar que, en la formación del judaísmo, es determinante la reforma que llevó a cabo Esdras y que se afianzó en los siglos IV y III.

El punto capital de esta reforma consistió en establecer la Ley como el elemento constitutivo de la comunidad judía, toda ella fundamentada en la observancia exacta de la Ley (Torá) (J. Bright).

Por eso Jesús advierte que él no ha venido a abolir la Ley. Jesús era judío. Y, de no haber dejado muy clara su postura respeto a la Ley, el judaísmo del s. I ni le habría prestado atención.

 

2.  Pero el planteamiento de Jesús va mucho más lejos.  Porque afirma que "no ha venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento".

El verbo "pleróo", que utiliza este evangelio para hablar del "cumplimiento", significa dos cosas:

 

1) Hacer respetar la Ley.

 

2) Modificar la Ley mediante sus enseñanzas (G. Strecker, H. Hübner).

 

Jesús, en efecto, fue siempre un buen israelita. Pero no solo eso. Además, Jesús subordinó la observancia de la Ley a las necesidades y carencias de los seres humanos.

Las curaciones de enfermos son características en este sentido. Jesús curó enfermos precisamente en los días que eso estaba prohibido por la Ley religiosa.

Para Jesús, el problema humano de la salud estaba antes que el problema religioso de la observancia de la Ley Sagrada.

Para Jesús, lo más sagrado es el bien del ser humano.

 

3. ¿Qué significa esto? Este comportamiento de Jesús, y sus enseñanzas a este respecto, entrañan un criterio y un principio de acción, que es decisivo en la vida, a saber: la ética sin misericordia lleva directamente a la dictadura.

Así es. Todos los dictadores y tiranos, que en el mundo han sido, oprimieron, maltrataron y hasta mataron a la gente, explicando semejante conducta y justificando sus atrocidades con argumentos éticos de la más alta significación: la defensa de la justicia, de los derechos, del bien de la patria, de la dignidad de las clases trabajadoras, la protección de la propiedad, el fomento de la fe y de la religión, etc.

Pero de sobra sabemos que, cuando todo eso se hace sin entrañas de misericordia hacia cada ser humano en su situación concreta, lo que se impone no es la ética, sino la barbarie, que machaca literalmente a los individuos y a los pueblos.

Lo decisivo, para Jesús, no fue la ética, sino la misericordia.

 

4.  Israel siempre consideró la Ley de Dios como un regalo, «lámpara para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 118,105). La moral cristiana no es una especie de voluntarismo perfeccionista, es un camino de descubrimiento de las necesidades más profundas del corazón del hombre, inscritas para producir no la esclavitud, sino la verdadera libertad. Ahora bien, la ley se convierte en un peso si se pretende vivir desde las propias fuerzas. Como denunciaba san Pablo, entonces la ley es una maldición. Y eso ha generado que muchos vean a Dios como enemigo de su propia libertad.

El camino es recibir la gracia de Cristo, que nos da «el querer y el obrar» (Flp 2,13); solo entonces las indicaciones recibidas en la Palabra de Dios se convierten en una ley de libertad, porque «para ser libres nos ha liberado Cristo» (Gál 5,1). Vivir en gracia, estar con él a través de la oración, recibir la fuerza de los sacramentos, crecer en caridad son los caminos para ensanchar el corazón y abrazar hasta las más pequeñas exigencias que brotan de la Ley Nueva de Cristo: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Decía santo Tomás de Aquino que, sin la gracia, no se puede cumplir ni siquiera la ley natural que recogen los diez mandamientos de la ley antigua. Por eso, el don más alto que pedimos en este tiempo de Cuaresma es el don del Espíritu Santo.

 

San Raimundo de Fitero


 

Fundador de la Orden de Calatrava

 

Martirologio Romano: En la villa de Ciruelos, en la región española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, que fundó la Orden de Calatrava y trabajó en favor de la cristiandad (c. 1160).

 

Fecha de canonización: 1719 por el Papa Clemente XI. Abad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de Calatrava.

Se llamaba Raymundo Sierra o Raymond Serrat. Aunque documentalmente no puede probarse, lo más probable es que naciera en Saint Gaudens de Garona, en Francia, y que la época fue a comienzos del siglo XII. Algunos autores sitúan su nacimiento en Tarazona (Aragón), y otros afirman que fue en Barcelona.

Aparece como canónigo en Tarazona, atestiguado documentalmente por testimonio de su primer obispo, Don Miguel, monje benedictino. De aquí pasó a monje del monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Sacala Dei, en Gascuña, y de ahí fue enviado como prior a la nueva fundación que Don Bernardo determinó hacer en España.

Se asentaron los nuevos monjes en el monte que llaman Yerga, con consentimiento del rey. En 1140 Alfonso VII les donó la villa de Nienzabas que había quedado asolada por los moros; aquí fundaron el monasterio de Nienzabas del que fue abad Raymundo a la muerte de Durando, alrededor del año 1144. Lo eligieron abad por la fama que tenía de santo y taumaturgo. Con el título y oficio de abad aparece ya en la escritura del 1146, al donar el rey al monasterio los dominios de Serna de Cervera y Baños de Tudescón, actuales balnearios de Fitero.

En 1148 asistió al capítulo general de la orden del Císter, en calidad de abad; en ese concilio estuvo presente el papa Eugenio III, que también era cisterciense.

Raymundo trasladó ese mismo año el monasterio al mejor sitio de Castejón, recibió la donación real del castillo de Tulungen y, en la heredad donada por Don Pedro Tizón y su esposa Doña Toda, fundó en 1150 el de Santa María de Fitero del que será el primer abad.

Raymundo y él se encuentran en Toledo el año 1158. Diego ha escuchado al rey el gran peligro que corre la plaza de Calatrava confiada años atrás por Alfonso VII a los Templarios, pero que ahora está casi desguarnecida que es por el momento la llave estratégica de Toledo. El peligro es grande por la proximidad de los almohades. Raymundo y Diego piden al rey la defensa de la plaza y con los monjes traídos de Fitero más un ejército formado por campesinos y artesanos consiguen defender la plaza y ahuyentar a los moros. En premio, el rey Sancho III les concede el dominio de Calatrava donde Raymundo funda el mismo año la Orden mitad monjes obedientes al toque de la campana, mitad soldados obedientes al toque de la trompeta que fue aprobada posteriormente por el papa Alejandro III, por bula de 25 de setiembre de 1164, cuando ya había muerto su fundador.

Raymundo murió en 1163 en Ciruelos y allí se enterró. En 1471 se trasladaron sus restos al monasterio cisterciense de Monte León de Toledo y, desde el siglo XIX, las reliquias del santo se encuentran en la catedral de Toledo.

Si los creyentes actuales quisiéramos imponer nuestra santa fe con la violencia, ya tendríamos que empezar por gestionar quién quisiera vendernos una bomba de hidrógeno; pero ese supuesto sería irreconciliable con la dignidad de las personas y el respeto a su dignidad, seríamos calificados inmediatamente de fanáticos y fundamentalistas; habríamos ciertamente perdido el norte de la caridad que califica a los cristianos como auténticos discípulos de Cristo, y nuestro modo de hacer supondría una renuncia total a los postulados de la convivencia democrática.

Desde luego, habríamos dejado de confiar en los medios de siempre oración, mortificación y buen ejemplo para ser sembradores de paz y de alegría que es el vehículo normal de transmisión de la fe, siempre don del Espíritu Santo. Pero, aunque hoy nos pueda parecer impropio de un santo vivir con la espada en la mano por la mañana y en oración adorante por la noche, la historia es así; juzgar los hechos pasados con la mentalidad actual es caer en un anacronismo.

 

 

 

 

 

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