15– DE MARZO
- MIERCOLES –
3ª
SEMANA DE CUARESMA – A
San Raimundo de Fitero
Lectura del libro del Deuteronomio
(4,1.5-9):
MOISÉS habló
al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y
decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar
posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y
decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra
donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es
vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales,
cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e
inteligente esta gran nación”.
Porque ¿Dónde hay una nación tan grande
que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo
invocamos?
Y ¿Dónde hay otra nación tan grande que
tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo
hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus
ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos
y a tus nietos».
Palabra de Dios
Salmo: 147,12-13.15-16.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
V/. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.
V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(5,17-19):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley
y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el
cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la
ley.
El que se salte uno solo de los
preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos
importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será
grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor
1. Para comprender la
importancia y el significado de la advertencia sobre la ley, que aquí hace
Jesús, conviene recordar que, en la formación del judaísmo, es determinante la
reforma que llevó a cabo Esdras y que se afianzó en los siglos IV y III.
El punto capital de esta reforma
consistió en establecer la Ley como el elemento constitutivo de la comunidad
judía, toda ella fundamentada en la observancia exacta de la Ley (Torá) (J.
Bright).
Por eso Jesús advierte que él no ha
venido a abolir la Ley. Jesús era judío. Y, de no haber dejado muy clara su
postura respeto a la Ley, el judaísmo del s. I ni le habría prestado atención.
2. Pero el planteamiento de
Jesús va mucho más lejos. Porque afirma que "no ha venido a
abolir la ley, sino a darle cumplimiento".
El verbo "pleróo", que utiliza
este evangelio para hablar del "cumplimiento", significa dos
cosas:
1) Hacer respetar la Ley.
2) Modificar la Ley mediante sus
enseñanzas (G. Strecker, H. Hübner).
Jesús, en efecto, fue siempre un buen
israelita. Pero no solo eso. Además, Jesús subordinó la observancia de la Ley a
las necesidades y carencias de los seres humanos.
Las curaciones de enfermos son
características en este sentido. Jesús curó enfermos precisamente en los días
que eso estaba prohibido por la Ley religiosa.
Para Jesús, el problema humano de la
salud estaba antes que el problema religioso de la observancia de la Ley
Sagrada.
Para Jesús, lo más sagrado es el bien
del ser humano.
3. ¿Qué significa esto? Este
comportamiento de Jesús, y sus enseñanzas a este respecto, entrañan un criterio
y un principio de acción, que es decisivo en la vida, a saber: la ética sin
misericordia lleva directamente a la dictadura.
Así es. Todos los dictadores y tiranos,
que en el mundo han sido, oprimieron, maltrataron y hasta mataron a la gente,
explicando semejante conducta y justificando sus atrocidades con argumentos
éticos de la más alta significación: la defensa de la justicia, de los
derechos, del bien de la patria, de la dignidad de las clases trabajadoras, la
protección de la propiedad, el fomento de la fe y de la religión, etc.
Pero de sobra sabemos que, cuando todo
eso se hace sin entrañas de misericordia hacia cada ser humano en su situación
concreta, lo que se impone no es la ética, sino la barbarie, que machaca
literalmente a los individuos y a los pueblos.
Lo decisivo, para Jesús, no fue la
ética, sino la misericordia.
4.
Israel siempre consideró la Ley de Dios como un regalo, «lámpara para
mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 118,105). La moral cristiana no es una
especie de voluntarismo perfeccionista, es un camino de descubrimiento de las
necesidades más profundas del corazón del hombre, inscritas para producir no la
esclavitud, sino la verdadera libertad. Ahora bien, la ley se convierte en un
peso si se pretende vivir desde las propias fuerzas. Como denunciaba san Pablo,
entonces la ley es una maldición. Y eso ha generado que muchos vean a Dios como
enemigo de su propia libertad.
El camino es recibir la gracia de
Cristo, que nos da «el querer y el obrar» (Flp 2,13); solo entonces las
indicaciones recibidas en la Palabra de Dios se convierten en una ley de
libertad, porque «para ser libres nos ha liberado Cristo» (Gál 5,1). Vivir en
gracia, estar con él a través de la oración, recibir la fuerza de los
sacramentos, crecer en caridad son los caminos para ensanchar el corazón y
abrazar hasta las más pequeñas exigencias que brotan de la Ley Nueva de Cristo:
«Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Decía santo Tomás
de Aquino que, sin la gracia, no se puede cumplir ni siquiera la ley natural
que recogen los diez mandamientos de la ley antigua. Por eso, el don más alto
que pedimos en este tiempo de Cuaresma es el don del Espíritu Santo.
Fundador de la Orden de Calatrava
Martirologio
Romano: En la villa de Ciruelos, en la región
española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, que fundó la Orden
de Calatrava y trabajó en favor de la cristiandad (c. 1160).
Fecha de
canonización: 1719 por el Papa Clemente XI. Abad del
monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de
Calatrava.
Se llamaba Raymundo Sierra o Raymond Serrat. Aunque documentalmente no puede
probarse, lo más probable es que naciera en Saint Gaudens de Garona, en
Francia, y que la época fue a comienzos del siglo XII. Algunos autores sitúan
su nacimiento en Tarazona (Aragón), y otros afirman que fue en Barcelona.
Aparece como canónigo en Tarazona, atestiguado documentalmente por
testimonio de su primer obispo, Don Miguel, monje benedictino. De aquí pasó a
monje del monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Sacala Dei, en Gascuña,
y de ahí fue enviado como prior a la nueva fundación que Don Bernardo determinó
hacer en España.
Se asentaron los nuevos monjes en el monte que llaman Yerga, con
consentimiento del rey. En 1140 Alfonso VII les donó la villa de Nienzabas que
había quedado asolada por los moros; aquí fundaron el monasterio de Nienzabas
del que fue abad Raymundo a la muerte de Durando, alrededor del año 1144. Lo
eligieron abad por la fama que tenía de santo y taumaturgo. Con el título y
oficio de abad aparece ya en la escritura del 1146, al donar el rey al
monasterio los dominios de Serna de Cervera y Baños de Tudescón, actuales
balnearios de Fitero.
En 1148 asistió al capítulo general de la orden del Císter, en calidad de
abad; en ese concilio estuvo presente el papa Eugenio III, que también era
cisterciense.
Raymundo trasladó ese mismo año el monasterio al mejor sitio de Castejón,
recibió la donación real del castillo de Tulungen y, en la heredad donada por
Don Pedro Tizón y su esposa Doña Toda, fundó en 1150 el de Santa María de
Fitero del que será el primer abad.
Raymundo y él se encuentran en Toledo el año 1158. Diego ha escuchado al rey
el gran peligro que corre la plaza de Calatrava confiada años atrás por Alfonso
VII a los Templarios, pero que ahora está casi desguarnecida que es por el
momento la llave estratégica de Toledo. El peligro es grande por la proximidad
de los almohades. Raymundo y Diego piden al rey la defensa de la plaza y con
los monjes traídos de Fitero más un ejército formado por campesinos y artesanos
consiguen defender la plaza y ahuyentar a los moros. En premio, el rey Sancho
III les concede el dominio de Calatrava donde Raymundo funda el mismo año la
Orden mitad monjes obedientes al toque de la campana, mitad soldados obedientes
al toque de la trompeta que fue aprobada posteriormente por el papa Alejandro
III, por bula de 25 de setiembre de 1164, cuando ya había muerto su fundador.
Raymundo murió en 1163 en Ciruelos y allí se enterró. En 1471 se trasladaron
sus restos al monasterio cisterciense de Monte León de Toledo y, desde el siglo
XIX, las reliquias del santo se encuentran en la catedral de Toledo.
Si los creyentes actuales quisiéramos imponer nuestra santa fe con la
violencia, ya tendríamos que empezar por gestionar quién quisiera vendernos una
bomba de hidrógeno; pero ese supuesto sería irreconciliable con la dignidad de
las personas y el respeto a su dignidad, seríamos calificados inmediatamente de
fanáticos y fundamentalistas; habríamos ciertamente perdido el norte de la
caridad que califica a los cristianos como auténticos discípulos de Cristo, y
nuestro modo de hacer supondría una renuncia total a los postulados de la
convivencia democrática.
Desde luego, habríamos dejado de confiar en los medios de siempre oración,
mortificación y buen ejemplo para ser sembradores de paz y de alegría que es el
vehículo normal de transmisión de la fe, siempre don del Espíritu Santo. Pero,
aunque hoy nos pueda parecer impropio de un santo vivir con la espada en la
mano por la mañana y en oración adorante por la noche, la historia es así;
juzgar los hechos pasados con la mentalidad actual es caer en un anacronismo.
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