17– DE MARZO
- VIERNES – 3ª SEMANA DE CUARESMA – A
Lectura de la
profecía de Oseas (14,2-10):
ESTO dice el Señor:
«Vuelve,
Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras
promesas con vosotros, y volved al Señor.
Decidle:
“Tú
quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no
nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’ a la obra de
nuestras manos.
En ti el
huérfano encuentra compasión”.
“Curaré su
deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para
Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus
raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume
como el del Líbano.
Regresarán
los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la
viña, será su renombre como el del vino del Líbano.
Efraín, ¿Qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien
le responde y lo vigila.
Yo soy como
un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto”.
¿Quién será
sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero
los traidores tropiezan en ellos».
Palabra de Dios
Salmo:
80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17
R/. Yo soy el
Señor, Dios tuyo: escucha mi voz
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te
libré. R/.
Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio
contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre». R/.
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):
EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué
mandamiento es el primero de todos?».
Respondió
Jesús:
«El primero
es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con
todo tu ser”.
El segundo es
este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que
estos».
El escriba
replicó:
«Muy bien,
Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay
otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y
con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo
que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás
lejos del reino de Dios».
Y nadie se
atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor
1. Este
relato plantea un problema que toca el centro mismo de todo el Evangelio. El
problema está en esto: El letrado le pregunta a Jesús solamente cuál es el
primer mandamiento, o sea el más importante de todos (D. C. Allison, Joel
Marcus).
A lo que
Jesús responde recordando la Shemá o declaración fundamental de la fe (Mt 12,
29-30; Deut 6,4-5).
Pero Jesús
recuerda además el texto de Lev 19, 18, que es inseparable del primero (Gal 5,
14; Rom 13, 8-10; St 2, 8-12). 0 sea, no es posible amar a Dios, si no se ama
igualmente al prójimo.
2. Dando
un paso más, hay que preguntarse: si Jesús unió el amor al prójimo (sobre el
que no le habían preguntado) con el amor a Dios (que es lo que le preguntaron),
- ¿por qué unió lo uno con lo otro? - ¿Por qué, a juicio de Jesús no es posible
separar el amor a Dios del amor al prójimo?
3. Porque
Dios es, por definición, "el Trascendente". Es
decir, "a Dios nadie lo ha visto jamás" (Jn 1, 18; cf. 14, 8-10; 1 Jn
4, 12).
0 sea, Dios
"nos trasciende", no está a nuestro alcance. Lo propio y definitorio
del Trascendente está en que es "incomunicable". Los humanos solo
podemos comunicarnos con "lo inmanente". Y, por tanto, cuando decimos
que amamos a Dios, bien puede ocurrir que no sea a Dios a quien estamos amando,
sino que estemos amando la "representación" que nosotros nos hacemos
de Dios. Y ocurre que cada cual se representa a Dios como le conviene.
Pero la única realidad humana, en la que Dios se ha encarnado, ha sido
nuestra propia humanidad. Por eso Jesús le dijo al apóstol Felipe:
"Quien me ve a mí está viendo a Dios" Un 14, 9).
No es posible
relacionarse con Dios y amar a Dios, si no se ama "lo humano", a
cualquier "ser humano". "Quien no ama a su hermano a
quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo" (1 Jn 4, 20b).
Es más: Jesús
llegó al culmen humanístico más radical cuando, en la Última Cena, en el
momento en que los otros evangelios relatan la institución de la Eucaristía, el
IV evangelio pone en boca de Jesús el mandamiento nuevo: "que os améis
unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois discípulos
míos" (Jn 13, 34-35).
Aquí ya el
amor a Dios, ni se menciona. Solo queda en pie el amor a los demás.
Lo que quieras a la gente, eso es lo que
quieres a Dios. Todo lo que no sea eso, es puro engaño.
"Yo era como una piedra en una
profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y
me puso sobre una pared." -San Patricio
Nació alrededor
del año 387, en Escocia y murió en Irlanda alrededor del 461. No se conoce con
exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Su padre Calpurnio era
diácono y oficial del ejército romano; su madre era familiar de San Martín de
Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había
impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo Occidente. Se afirma que
fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas
junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de
Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas.
Trató de huir
varias veces sin éxito. La Divina Providencia aprovechó este tiempo de
esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo
para el futuro, ya que él mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al
verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los
consejos y advertencias de la Iglesia. En un lapso de seis años de trabajo rudo
y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la
santidad.
Por revelación
divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarcó en una nave rumbo a
su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades.
Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo,
antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que
Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo
por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda.
A su arribo a
tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde
fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea
de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo -ya sea por su
carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes
hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la
predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio
había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo
Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó
rápidamente.
Hacia el año 444
se fundó la Iglesia Catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de
Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación.
Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al
final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades
sufridas y los interminables viajes.
Definitivamente,
la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como
divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en
Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le colmaba de gratitud. Es
positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a
"toda Irlanda" al cristianismo.
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