jueves, 16 de marzo de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 17– DE MARZO - VIERNES – 3ª SEMANA DE CUARESMA – A SAN PATRICIO, OBISPO

 


 

17– DE MARZO - VIERNES – 3ª SEMANA DE CUARESMA – A

SAN PATRICIO, OBISPO

 

Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10):

ESTO dice el Señor:

«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor.

Decidle:

 “Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’ a la obra de nuestras manos.

En ti el huérfano encuentra compasión”.

“Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.

Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.

     Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano.

Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano.

Efraín, ¿Qué tengo que ver con los ídolos?

Yo soy quien le responde y lo vigila.

Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto”.

¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?

      Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17

R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

 

 Oigo un lenguaje desconocido:

«Retiré sus hombros de la carga,

y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.

    Te respondí oculto entre los truenos,

te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;

¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

    No tendrás un dios extraño,

no adorarás un dios extranjero;

yo soy el Señor, Dios tuyo,

que te saqué del país de Egipto. R/.

 ¡Ojalá me escuchase mi pueblo

y caminase Israel por mi camino!

Los alimentaría con flor de harina,

los saciaría con miel silvestre». R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

 

EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Respondió Jesús:

«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.

El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».

El escriba replicó:

«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

 

Palabra del Señor

 

1.  Este relato plantea un problema que toca el centro mismo de todo el Evangelio. El problema está en esto: El letrado le pregunta a Jesús solamente cuál es el primer mandamiento, o sea el más importante de todos (D. C. Allison, Joel Marcus).

A lo que Jesús responde recordando la Shemá o declaración fundamental de la fe (Mt 12, 29-30; Deut 6,4-5).

Pero Jesús recuerda además el texto de Lev 19, 18, que es inseparable del primero (Gal 5, 14; Rom 13, 8-10; St 2, 8-12). 0 sea, no es posible amar a Dios, si no se ama igualmente al prójimo.

 

2.  Dando un paso más, hay que preguntarse: si Jesús unió el amor al prójimo (sobre el que no le habían preguntado) con el amor a Dios (que es lo que le preguntaron), - ¿por qué unió lo uno con lo otro? - ¿Por qué, a juicio de Jesús no es posible separar el amor a Dios del amor al prójimo?

 

3.  Porque Dios es, por definición, "el   Trascendente". Es decir, "a Dios nadie lo ha visto jamás" (Jn 1, 18; cf. 14, 8-10; 1 Jn 4, 12).

0 sea, Dios "nos trasciende", no está a nuestro alcance. Lo propio y definitorio del Trascendente está en que es "incomunicable". Los humanos solo podemos comunicarnos con "lo inmanente". Y, por tanto, cuando decimos que amamos a Dios, bien puede ocurrir que no sea a Dios a quien estamos amando, sino que estemos amando la "representación" que nosotros nos hacemos de Dios. Y ocurre que cada cual se representa a Dios como le conviene. Pero la única realidad humana, en la que Dios se ha encarnado, ha sido nuestra propia humanidad. Por eso Jesús le dijo al apóstol Felipe: "Quien me ve a mí está viendo a Dios" Un 14, 9).

No es posible relacionarse con Dios y amar a Dios, si no se ama "lo humano", a cualquier "ser humano".  "Quien no ama a su hermano a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo" (1 Jn 4, 20b).

Es más: Jesús llegó al culmen humanístico más radical cuando, en la Última Cena, en el momento en que los otros evangelios relatan la institución de la Eucaristía, el IV evangelio pone en boca de Jesús el mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois discípulos míos" (Jn 13, 34-35).

Aquí ya el amor a Dios, ni se menciona.  Solo queda en pie el amor a los demás. Lo que quieras a la gente, eso es lo que quieres a Dios. Todo lo que no sea eso, es puro engaño.

 

SAN PATRICIO, OBISPO

 


"Yo era como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y me puso sobre una pared." -San Patricio

 

Nació alrededor del año 387, en Escocia y murió en Irlanda alrededor del 461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército romano; su madre era familiar de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo Occidente. Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas.

 

Trató de huir varias veces sin éxito. La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que él mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia. En un lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad.

 

Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarcó en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda.

 

A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo -ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente.

 

Hacia el año 444 se fundó la Iglesia Catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes.

Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.

 

 

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