22 – DE
MARZO - MIERCOLES –
4ª
SEMANA DE CUARESMA – A
San
Bienvenido Scotivoli
Lectura del
libro de Isaías (49,8-15):
ESTO dice el
Señor:
«En tiempo de
gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y
constituido alianza del pueblo, para
restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: “Salid”, a los que
están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los
caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no
pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el
sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua.
Convertiré
mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos; miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor
consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados».
Sion decía:
«Me ha
abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una
madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus
entrañas?
Pues, aunque
ella se olvidara, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios
Salmo:
144,8-9.13cd-14.17-18
R/. El Señor
es clemente y misericordioso
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus
criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo
invocan,
de los que lo invocan
sinceramente. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (5,17-30):
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre
sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los
judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino
también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la
palabra y les dijo:
«En verdad,
en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere
hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre
ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que
esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que
el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a
los que quiere.
Porque el
Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que
todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al
Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual
que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en
sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os
sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán
su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que
hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo
hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor
1. La
curación del paralítico de la piscina, realizada en sábado y, para colmo,
diciéndole al hombre curado que se llevase la camilla a su casa precisamente en el día que todo eso estaba prohibido, todo eso junto, indignó a los
dirigentes religiosos hasta tal punto, que el IV evangelio no duda en asegurar
que aquellos dirigentes de la religión tenían ganas de matarlo. Es
verdad que lo que hizo Jesús fue una violación provocativa de la
"interpretación oficial" (la Halaká) que se hacía de la Torá (la
Ley). Y, además, Jesús actuó así en Jerusalén y en plena fiesta de Pentecostés
(R. E. Brown).
Efectivamente,
la violación consciente de la ley en sábado era castigada con la lapidación.
2. Así
las cosas, ¿cómo justificó Jesús lo que acababa de hacer? En el relato mítico de la creación se dice que el día séptimo Dios descansó (Gen 2, 2).
Por eso los judíos observantes, hasta hoy, afirman que "el
Shabbat... es el día de la liberación, el día que, desde los albores
de la vida universal, la libertad triunfa sobre la fatalidad y proclama la
absoluta libertad del Creador" (La voz de la Torah, I).
Así las
cosas, lo que Jesús les dijo a los observantes judíos fue que él hacía lo que
ve hacer al Padre. Esa fue toda su argumentación.
3. Esto
nos quiere decir lo siguiente: lo que el Padre hace constantemente -también el sábado- es "dar vida". Dios es incesantemente la
fuente de la vida, de la plenitud de la vida, lo mejor de la vida.
El Padre es,
por tanto, fuente de felicidad, de bondad, de respeto, de estima, de cariño, de
todo lo que más dichosa hace nuestra vida. Pues si eso es lo que
hace siempre el Padre, eso mismo es lo que siempre hace Jesús.
Esto explica
la curación del paralítico. Y explica en qué consiste el eje y el centro de la
vida cristiana: hacer la vida más humana y más feliz.
4. Nos parece que, para ser justo, un juez tiene
que ser imparcial. Pero con Dios se nos rompen los esquemas, porque ¿cómo va a
ser imparcial nuestro Padre?, ¿no juzgará siempre en beneficio nuestro?
Efectivamente. La prueba final es la entrega de su Hijo. Con ella, la Trinidad
entera quiso demostrar que haría todo lo posible por salvarnos a cada uno de
nosotros y que fuésemos felices ya en este mundo.
En Jesús y en
su entrega podemos entender cómo es Dios. En el Hijo encarnado ya no hay
dicotomía entre Antiguo y Nuevo Testamento, entre un Dios tirano y uno bueno y
medio hippie. Con Jesús, Dios nos ha tomado en serio y ha hecho todo lo que
estaba de su mano para librarnos de la tiranía del pecado, de nuestros
autoengaños y del diablo. Con todo, el drama humano es que aún es posible
cerrarse a ese ofrecimiento. Por ello, Jesús habla de dos resurrecciones: la de
unos para la vida y la de otros para la muerte. Habla con bastante crudeza,
porque el panorama que Jesús se encuentra es siempre de acusación.
Dios quiere
darnos vida, pero para que vivamos. Y en ello está la esencia de nuestra
felicidad. Que no nos sorprenda si seguimos viendo cómo en nuestras parroquias
y movimientos hay personas que se sentían como en sepulcros y empiezan a oír la
voz de Dios que los llama a la vida. Está ocurriendo.
San
Bienvenido Scotivoli
En Osimo, en
el Piceno, san Bienvenido Scotivoli, obispo, que, elegido por el papa Urbano IV
para esta sede, promovió la paz entre los ciudadanos y, según el espíritu de
los Hermanos Menores, quiso morir sobre tierra desnuda († 1282).
Breve Biografía
Bienvenido
Scotívoli nació en Ancona en 1188; estudió derecho en Bolonia bajo la guía de
San Silvestre Guzzolini, canónigo de Osimo, después fundador de los monjes
Silvestrinos.
Nombrado
capellán pontificio, luego arcediano de Ancona. El 1 de agosto de 1263 fue
nombrado administrador de la diócesis de Osimo, que había sido unida a la
Numana por Gregorio IX en castigo por su adhesión al partido de Federico II.
Restablecida la sede el 13 de marzo de 1264 Urbano IV le confió su gobierno a
Bienvenido, que en 1267 fue también encargado por Clemente IV del gobierno de
la Marca de Ancona.
En este
período ordenó sacerdote a san Nicolás de Tolentino. Fue devotísimo de San
Francisco, acogió en su diócesis a los Hermanos Menores y pidió pertenecer a la
primera Orden. Vistió con fervor el hábito y se empeñó en vivir el espíritu
seráfico.
Bienvenido fue
un gran reformador. Por una disposición del 15 de enero de 1270 prohibió al
monasterio de San Florencio de Pescivalle, del cual era administrador, enajenar
los bienes.
En un sínodo
habido el 7 de febrero de 1273 prohibió la venta de las propiedades
eclesiásticas y en 1274 puso en marcha las reformas del capítulo de la catedral
y defendió los derechos de la diócesis sobre la ciudad de Cingoli.
En su
ministerio episcopal siempre tuvo como única meta promover la gloria de Dios,
despreciar las riquezas y las cosas del mundo, trabajar intensamente por el
bien de su alma y de las almas confiadas a sus cuidados.
En su
actuación sabía unir la fortaleza y la suavidad de los modales, para el triunfo
de la justicia y de la paz en el vínculo del amor. Fue un verdadero y buen
pastor de su rebaño y vigilante custodio de las leyes de Dios y de la Iglesia.
Celoso en la predicación evangélica y en la instrucción catequística, muchas
veces visitó la diócesis, celebró un sínodo diocesano en el cual dictó sabias
normas para promover la disciplina eclesiástica. Promovió la cultura y la
formación de los nuevos levitas, que preparaba para el sacerdocio, con palabra
inspirada, con el buen ejemplo, y con su vida santa.
Bienvenido
murió el 2 de marzo de 1282, a los 94 años. Fue sepultado en la iglesia
catedral de Osimo en un noble mausoleo, por disposición del clero y el pueblo.
Sobre su sepulcro tuvieron lugar gracias y milagros. Martín IV reconoció el culto
en 1284, sin haber sido canonizado.
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